miércoles, 21 de octubre de 2009
Me ha desconcertado la forma en la que a veces, la capacidad de reflexión se pueda reconocer casi como demencia, depresión, fatalismo extremo, sinsentido...
La mayoría de las personas que conozco, y que intentan encontrar un diálogo con si mismos, terminan cayendo en la melancolía.
Como suele ser difuso comprender sin ejemplificar, presentaré el personaje que me ayuda a explicar el problema en cuestión: HAMLET. Para ello hare uso de una cita:
“El alma no encuentra sí nada que la satisfaga, cuando piensa en sí misma no hay nada que no la aflija. Esto la obliga a salir fuera de sí, tratando de perder el recuerdo de su estado verdadero mediante la aplicación a las cosas exteriores. Su alegría consiste en este olvido, y basta, para que se sienta miserable obligarla a verse y estar consigo misma”. (Benjamin: 1990; 135).
Hamlet, a lo largo del drama, nos plantea el encuentro con su interioridad, de ahí el cuestionamiento sin fin, "la locura de Hamlet es una manifestación de la muerte del individuo en relación al mundo de las cosas exteriores por la sustracción que realiza de ellas el sentir melancólico".
Ahora bien, debo reconocerlo, sigo intentando explicar el por qué de mi pensamiento, no es ser "emo", es solo que la abstracción es el camino innato a la melancolía, cualquiera que lo practique llegará a ella.
Me parece un acto valorable y por lo demás necesario. Me agrada compartir, conversar y reflexionar con gente que se cuestiona no solo lo externo sino su propia existencia.
Al mundo de hoy le faltan sujetos melancolicos~~
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